Con el propósito de promover y difundir las cocinas regionales de América Latina, donde la gastronomía se transforma en un arte que se nutre de la diversidad cultural y natural de esta vasta y rica región del mundo, el Centro Nacional de las Artes presenta la Feria Latinoamericana del Tamal con la presencia de 32 expositores que mostrarán más de 140 variedades de tamales de nueve países.
Esta feria permitirá tener contacto con los sabores y las texturas de la rica cocina latinoamericana. Se encontrarán modalidades poco conocidas como el tamal de chicatanas, a base de hormiga voladora, rico en proteínas y ácido fólico, de Oaxaca; el tamal antioqueño, originario de Antioquia, capital de Medellín, Colombia; o el catracho, preparado con maíz blanco y relleno de arroz, papas, aceitunas, carne de res, tradicional de Honduras.
Para un buen tamal habrá una buena bebida, como el atole de limón, cacao, cajeta, chocolate o piña; la mistela caribeña de piña, coco, canela o frutas; las aguas frescas de horchata, jamaica, limón o tamarindo. El café y el chocolate.
Entre los participantes nacionales se contará con la presencia de los estados de Coahuila, Chiapas, Distrito Federal, Estado de México, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán. Centro y Sur América serán dignamente representados por Colombia, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Venezuela, Honduras y Nicaragua.
Se consumen tamales desde los Estados Unidos hasta la Patagonia. De acuerdo con el antropólogo Aarón Mejía, organizador de la Feria Latinoamericana del Tamal del Centro Nacional de las Artes, “el tamalli, del vocablo náhuatl (envuelto cuidadoso), tiene su origen en la América prehispánica, su elaboración y consumo estaban muy relacionados con ceremonias y rituales. A partir de la Conquista se incorporaron ingredientes europeos que enriquecieron la variedad de tamales.
“Fray Bernardino de Sahagún, en su Historia general de las cosas de la Nueva España, señala que el tamal era un elemento importante en las ofrendas que hacían los indígenas a sus deidades durante las festividades de su calendario ritual”.
Los mexicas celebraban las fiestas a los tlaloques en honor de Tláloc, dios de la lluvia. Dichas festividades marcaban el inicio del ciclo agrícola. La llegada de los españoles y sus costumbres hizo que coincidiera con la del 2 de febrero o Día de la Candelaria, que conmemora la Purificación de la Virgen María y la presentación del niño Jesús en el Templo de Jerusalén.
Actualmente –destacó el antropólogo– nuestros tamales mesoamericanos se consumen desde los Estados Unidos hasta la Patagonia. Es un producto que se comercializa en calles, mercados e incluso en establecimientos especializados y son disfrutados por poblaciones urbanas y rurales de todos los estratos sociales.
“Tan sólo en México existen de ochocientas a mil variedades de tamales que se pueden clasificar según su relleno (carnes, pescados, vegetales, hongos, dulces, entre otros); su envoltorio (hojas de maíz, plátano, platanillo, acelga, chaya…) e incluso por acontecimientos o celebraciones específicas (Cuaresma, Día de muertos, Año Nuevo, bautizos, bodas y, por supuesto, en la Fiesta de la Candelaria).
“Hoy es algo muy común que el 2 de febrero, Día de la Candelaria, al tiempo que se cumple con el ritual católico de llevar a bendecir las imágenes del Niño Jesús, se organicen ‘tamalizas’ en el seno familiar o por grupos de amigos o de trabajo, regularmente patrocinadas por aquellos afortunados que el 6 de enero encontraron al “niño” en la Rosca de Reyes. En algunas poblaciones se realizan en esta fecha bailes populares, procesiones, ferias, representaciones teatrales, danzas y, desde luego, la preparación de tamales.
La Feria Latinoamericana del Tamal se efectuará de 10h00 a 20h00, los días 1, 2 y 3 de febrero, a un costado del Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes. Río Churubusco 79, esquina calzada de Tlalpan, colonia Country Club, cerca de la estación General Anaya del Metro. Entrada libre.
Conaculta
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