¡Hola de nuevo!
Les acabo de enviar una receta con alto contenido en colesterol, y les tengo otra, sin embargo, les insisto: “Todo con medida es bueno” si se exceden, aunque sea en tomar agua, sus riñones lo resentirán, si se exceden en ejercicio, su cuerpo lo resentirá, si se exceden en trabajar, es probable que sufran un infarto o terminen mandando todo al diablo por estres, o los manden al diablo por ausencia familiar o afectiva.
Conclusión: Incluso las cosas buenas en exceso son malas. Lo que parece malo con medida es muy bueno, o no es tan malo. ok?
¡Disfruten sin limitarse mucho! Tengo mucha información de médicos que quitan a sus pacientes todo tipo de alimentos que les encantan “por su bienestar”, y no analizan los efectos psicológicos que tendrá en sus vidas privarlos de todo lo que les encanta, la actitud mental depende también de los satisfactores orales que siempre serán vitales para nuestra actitud ante la vida. Prueben con agrado todo lo que les provoque, degusten, paladeen, muerdan, sin culpas.
Las “dietas”, son pésimas, pero me refiero a lo que entienden la mayoría por “dieta”, o sea: Régimen alimenticio en el que no habrá alimentos sabrosos permitidos y en el que deberán limitarse a ver a otros comer con envidia y cara de perritos famélicos mientras atacan con coraje su cuarto de pechuga de pollo hervida con unas espinacas sin sal aliñadas con limón y ven su postre: 2 cucharadas de yugurt “zero” sin sabor con una lasca de kiwi o de manzana. y 1/2 nuez.
¡Muy mal! Dieta no es eso. Dieta es aprender a comer lo que nuestro cuerpo requiere para ser debidamente aprovechado.
¿Quien soy yo para decirles esto? ¿Una nutrióloga? No amigos, soy una mujer que toda su vida ha leído sobre alimentación y cocina, que 13 años estuvo metida en un GYM logrando un alto nivel competitivo como para participar en un concurso y obtener un segundo lugar, soy madre de 2 hijos, abuela y con la experiencia de dejar la alimentación del fisicoconstructivista, por una que incluye nata, mantequilla, manteca, aceite de oliva etc, (con medida), y ver como mi pelo se vuelve sedoso y brillante, mis uñas dejan de agrietarse, mi peso aumenta lo suficiente como para verme más joven y sana, mi estreñimiento desaparece, igual mi colitis etc. y aún no tengo, como les repito…lonjitas. Mi vientre sigue plano, aunque no hundido como antes, pero con casi 10 años con mi nuevo régimen en que no existen alimentos prohibidos.
¡Hagan caso! Disfruten, coman de cuando en cuando ese delicioso platillo que tanto les emociona.
La receta es más que sencilla.
Los ingredientes:
1/2 kilo de higaditos de pollo limpios de grasa y ligamentos
1/2 kilo de tocino picado
1 cebolla mediana rebanada
Sal al gusto
Pimienta recién molida
Frían el tocino y retiren el exceso de grasa.
Agreguen la cebolla y sancochen bien.
Añadan los higaditos en trocitos. Revuelvan a que doren.
Salpimenten.
Sirvan acompañados de tortillas y una salsa recién hecha de tomates asados con chiles de árbol asados, o de jitomate cocido con chiles cocidos y “martajados”, o con cualquier salsa que les guste, pero hecha en casa.
Esta receta es para los días de antojo, para acompañar con una cerveza bien helada con los amigos, para complementar una taquiza con el chicharrón que les propuse, etc.
¡Son realmente deliciosos!
TIP: Tengan mucho cuidado cuando los frían, utilicen una tapa para evitar salpicaduras. No dejen mucha grasa, con la que quede en el tocino al escurrirlo es suficiente.
¡Hasta la próxima!
2 Comentarios
Hola:
Yo estoy totalmente de acuerdo con lo que dices, y como va el refrán : “Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”. Todos los excesos son nocivos, el punto medio es lo mejor. Yo trato de vivir así el día a día, y para ‘engañar’ a mis ganas de samparme todo de un jalón y en grandes cantidades, lo que hice fue comprar trastes pequeños y servirme de TODO, pero UNA sola vez y sin repetir. Además traté de que fueran los trastes más lindos (y de mejor precio) que pudiera yo encontrar para no sólo tener la estimulación gustativa de la comida sino también la visual y alimentar mi cerebro por varias vías y en varios planos. Saludos y felicidades por tu blog, me encanta.
¡Exacto Sandra! Servirnos en una linda y fina vajilla hace que disfrutemos los alimentos sin excesos pues nos sentimos como damas y no como trogloditas. Esto es real, si te sirves en el envase para “no ensuciar”, tiendes a comer más al sentir que no tienes más obligación de quedar bien ni contigo misma.
Igual ocurre con la ropa: si vestimos holgadas y al descuido o ropa interior en mal estado, tendemos a dejarnos, a no querernos y por ende a no cuidarnos. ¡Ojo con estos detalles!
¡Gracias por tu comentario!